Moradas

 

 

Siempre cabe la posibilidad de sentarnos a orillas de un río, de buscar el lugar más cómodo y esperar allí, porque sin duda veremos el espectáculo de la vida o al menos de una parte de ella. No suelen ser baratos estos parajes, pero tantos nos han dicho antes que merecía la pena el esfuerzo. Además nos suelen obligar a un intenso trabajo de mantenimiento porque el río no está acostumbrado la quietud, pero tantos nos han dicho antes que merecía la pena el esfuerzo. Nos iremos rodeando de artilugios que blindarán nuestra Libertad, que harán que cada noche tengamos una cena hecha con alimentos cultivados lejos de nuestra orilla para así tener más espacio. Cortaremos los árboles que antes nos daban cobijo y, tras largas jornadas de trabajo, juntaremos pequeños tesoros de papel con los que comprar las cosas que necesitamos para crear un hogar en el que encontrar el abrigo perdido. Adquiriremos productor de otros ríos porque en el nuestro ya no habrá quien los haga, traídos muchos de las lejanas montañas que tantas veces no has dicho que no merecen la pena, que no son tan confortables, seguras, limpias y libres como nuestra civilizada casa. Además desde aquí podremos hablar con los que pasan subidos en sus barcas o en las de otros. Podremos escuchar a los que caminan por la ribera o contarles lo que otros antes nos han dicho. Advertirles de los peligros que más abajo encontrarán o recomendarles que disfruten de la compañía de personas que sólo conocemos por los relatos oídos de la boca de los que antes pasaron por este confortable rincón, elegido para observar la vida de los otros, mientras somos incapaces de ver como la nuestra escapa, pero tantos nos han dicho que merecía la pena el esfuerzo, que ahora nos preguntamos cómo vamos a dejar atrás todo esto que tanto nos ha costado. Para qué ver si lo demás nos cuentan sin que tengamos que abandonar el mundo en el que nos han dicho que merecemos estar.

Aunque también cabe la posibilidad de aprender de nuevo a caminar.  

Deja un comentario