Ayer llegué a Calcuta, tras más de 40 horas de tren, se hizo visible la ciudad de los taxis amarillos. Esta fue mi primera impresión. Hoy sin haber dormido, mi percepción se modifica e India me revuelve como nunca. Nada tiene que ver con la miseria sino con algo que no puedo identificar con exactitud en este momento. Algo pasa en aquí.